La conozco desde siempre, pero nunca antes habíamos sido amigas.
Personalmente creo que la amistad surge de cosas fortuitas; una sonrisa, un favor, una conversación como empezó la nuestra. Si, cuando estaba en 2º de eso Dios, el destino...como cada uno lo quiera llamar me entregó la cosa más bonita del mundo. Una amiga, una hermana. Sabe que nunca voy a hacerle daño, que siempre la protegeré y aunque la fastidie diré la verdad. Sabe que puede confiar en mi, aunque mi miedo a perderla me haya llevado a territorios en los que nunca debería haber estado.
Espero que sepa que la quiero, que mi respiración, mi vida, mi alma, mis latidos, van regidos por ella, por el amor que le tengo, que no me imaginaria la vida sin ella. Que se me iría el aire, que mi corazón estaría roto y que acabaría muriendo, no de formal física pero si emocional me hundiria en un barco de sentimientos en el mar de mi humanidad. La quiero. Mucho. Duele. En ocasiones es dolor físico, en ocasiones el dolor se transforma en lágrimas, al sentir que no he hecho todo lo mejor posible. Y tengo la certeza de que es mi hermana. No de sangre, no. De corazón, de alma, de destino. No dejaré que nada nos separe, nada mundano, nada físico.
Lucharé.
La quiero. Muchísimo.
Siempre dos, siempre.
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