relato 2: cruel destino

recuerdo que pasaste delante de mi, como si nada, pero el momento en el que nuestras miradas se cruzaron supe que estabas echo para mi. El mismo momento en el que sentí una explosión de sentimientos en mi corazón. Aparecieron así de pronto, debí haberme dado cuenta, debi haberlo visto venir. Me volvió loca ese sentimiento, era algo que no tenía bajo control, en mi vida calculada al milimetro.

Tu presencia irrumpió como un tornado que se lleva todo a su paso, y tu paso se llevo tantas cosas, pero sin duda menos de las que trajo. 

Sentí en aquellos días lo que tengo la certeza de que jamás sentiré.

Sentí nervios, deseo, ganas...ganas de ti

Deseaba tu presencia en todo momento, reír a tu lado, salir, conocernos a fondo.

Todo pasaba como en una película en mi cabeza. Cuando estaba contigo todo era especial, todo era bonito. Eras el motor de mi corazón, eras la persona a la que deseaba tener a mi lado toda la vida.

De alguna forma aprendí a creer en el destino, a creer que las cosas entre nosotros estaban listas para desarrollarse, que eramos almas gemelas que se había juntado para pasar toda la eternidad la una junto a la otra. 

Pero si creemos en el destino debemos saber que no podemos controlarlo y al igual que nos unió un buen día decidió separarnos, después de habernos regalado tantas cosas, besos, caricias, risas, momentos juntos...

pero tuvimos que separarnos, nuestros mundos de distanciaron y sentí como un trozo de mi se desprendía, como un trozo de mi alma muriera, como si mi amor estuviera tirado en algún oscuro lugar, putrido, doloroso...Y tu mas lejos que nunca, tu boca inalcanzable, idealizada, lejana.

Te prometo que no olvidaré esos besos, que el tiempo que pasamos está grabado en mi retina y una y otra vez se repiten en mis recuerdos. Que sepas que se que eras mi alma gemela, pero te dejé marchar. Cuan tontos fuimos al dejar que los problemas mundanos estropearan eso que era tan espiritual. 

Se que me faltas cuando intento respirar y no encuentro el aire necesario...

Pero mi corazón todavía alberga la esperanza de encontrarte de nuevo algún día.